ADICCIONES Y COMPULSIONES
(Texto originalmente escrito en portugués y traducido al español con el apoyo de ChatGPT)
ADICCIONES Y COMPULSIONES
(Texto originalmente escrito en portugués y traducido al español con el apoyo de ChatGPT)
Podemos dar grandes pasos hacia las soluciones cuando miramos las situaciones con profundo respeto y sin juzgar, y sugiero que quienes lean este artículo adopten esta misma postura, ya que estaremos tratando un tema que está cargado de mucho dolor en los sistemas familiares: las adicciones y las compulsiones.
Desde la perspectiva de Constelaciones, cuando hablamos de adicciones, entendemos que la persona que padece el problema no está ahí porque quiera. La dependencia química y el alcoholismo, por ejemplo, se consideran enfermedades, ya que existe un componente genético que contribuye a su aparición, por lo que es necesario el tratamiento médico.
La constelación sistémica familiar cumple el papel de un asistente, un apoyo que proporciona una visión más amplia del síntoma o conducta en cuestión, ya que hay varios aspectos a abordar y considerar para curar cualquier enfermedad.
No podemos afirmar que la constelación curará la adicción o la compulsión, sino que facilitará el camino hacia la sanación, reorganizando el sistema familiar según las circunstancias. La persona puede comprender los pasos necesarios para la solución.
Necesitamos comprender la naturaleza fisiológica de la adicción y la compulsión, y qué es una y qué es la otra. En nuestro cerebro existe un circuito de recompensa que se activa cuando experimentamos una sensación placentera. En general, sabemos que existe un déficit de recompensa en las personas adictas. De hecho, la medicina ya lo denomina síndrome de déficit de recompensa en la adicción.
El adicto se siente vacío y, en un momento dado, experimenta algo que le produce una enorme sensación de placer. Un placer que nunca antes había experimentado. Cuando esto sucede, la persona activa su circuito de recompensa, aprende el camino hacia la sensación de placer intenso y la adicción o compulsión se establece con éxito.
La compulsión y la adicción, como hemos visto, se clasifican como patologías. Y, en realidad, el concepto de adicción engloba el de compulsión. En el diccionario, compulsión significa una imposición interna irresistible que lleva al individuo a realizar un determinado acto o comportarse de cierta manera.
La compulsión ocurre cuando una persona realiza una conducta que le ayuda a combatir una sensación de incomodidad o ansiedad. Lo hace para sentir alivio o placer. En algún momento, lo repite para buscar el alivio que sintió.
Además, a diferencia de la adicción, la compulsión no se limita al consumo de sustancias, como el alcohol, los cigarrillos u otras drogas. Cualquier cosa puede convertirse en una compulsión, como comer en exceso, ir de compras, jugar, tener relaciones sexuales, entre otras conductas.
La adicción, a su vez, es una acción compulsiva, pero que trae cambios psicológicos importantes cuando el individuo no puede llevarla a cabo.
Una persona con una compulsión realizará la conducta compulsiva siempre que sea posible. Sin embargo, no será necesariamente malo si no puede hacerlo.
En la adicción, la persona se siente mal por no realizar la acción compulsiva cuando no puede. Este es el caso de quien se siente mal por no poder fumar en un avión, por ejemplo.
En Constelaciones Familiares no buscamos a alguien a quien culpar de algo, sino que miramos más allá, para entender qué hay detrás de una situación y en este caso, de las adicciones y compulsiones.
Desde la perspectiva de las Constelaciones Sistémicas, podemos mencionar algunas posibles causas de las adicciones y compulsiones:
Falta de padre y/o madre, exclusión de un miembro del sistema familiar, que además fuera dependiente o compulsivo, pulsión de muerte.
Desde la perspectiva de las constelaciones familiares, consideramos que somos nuestros padres y que llevamos en nosotros el 50% de la madre y el 50% del padre. Aquí conviene hablar brevemente sobre las influencias de las esferas materna y paterna.
Mientras la madre alimenta, el padre se encarga de la seguridad. Al principio, la madre realiza el trabajo más duro. Es a quien el niño más necesita durante sus primeros años de vida. Pero el tiempo pasa, y una vez que la supervivencia de los primeros años está garantizada, será el padre quien guiará al niño hacia el mundo, hacia el descubrimiento, hacia el vuelo. Los padres son nuestros referentes para lo masculino. Para un hijo, es donde encuentra la fuerza para ser lo que su rol le permite. A través de la experiencia con su padre, el niño crece y experimenta lo más poderoso del mundo masculino, y poco a poco encuentra su identidad y sus posibilidades. Lo mismo ocurre con la hija, con la diferencia de que después de los primeros años con su madre, la hija debe ir con su padre, aprender a desenvolverse en el mundo y luego regresar con su madre, donde debe adquirir todas las cualidades femeninas que necesita para avanzar. En ambos casos, el padre es esencial para el buen desarrollo de los hijos y para que su transición al mundo sea exitosa. (Fuente: iperoxo.com)
Cuando podemos ver, aceptar y acceder a ambos en nuestro interior, podemos estar en nuestro lugar como niños, viviendo nuestras vidas, en nuestro lugar de fortaleza. Sin embargo, si por alguna razón uno u otro falta en la vida del niño, este sentirá en su interior que algo o alguien falta; es en ese momento cuando los impactos de la ausencia resuenan y pueden generar dolor, trauma, conflictos, dificultades, adicciones y compulsiones.
Hay situaciones en las que el padre o la madre no están físicamente presentes para sus hijos, y en otras, no están emocionalmente disponibles y están enfrascados en sus propios problemas. También hay situaciones en las que la relación de pareja es conflictiva y el niño se ve obligado a tomar partido por el padre o la madre.
En todas las situaciones mencionadas, el niño carecerá de algo. Es como si hubiera un bloqueo que le impide acceder al amor de sus padres. Y cada padre tiene un papel específico en la vida del niño. La madre tiene el rol de nutrir su energía y el padre, el de ir más allá, de salir al mundo.
Puede ocurrir que ninguno de los padres, o uno de ellos, esté disponible para ejercer su rol como padre, y es en esta indisponibilidad que el niño comprende que algo le falta. Asimismo, puede darse una situación en la que, no necesariamente, los padres no estuvieran disponibles para el niño, sino que simplemente el niño no supiera cómo recibir lo que le ofrecían. Se vuelve exigente, juzgando que no es suficiente, o cuando juzga a uno de los padres basándose en percepciones derivadas de la información que este le proporcionó, lo que caracteriza, por ejemplo, la alienación parental.
En este caso, el niño se ve obligado a tomar partido por uno u otro. Si se pone del lado del padre, no es capaz de hacerlo por la madre. La rechaza, y una de las formas en que lo hace es a través de la comida, porque para vivir se necesita energía, y la nutrición es la forma de obtenerla para la vida, por lo que este niño come compulsivamente.
Por eso, nos damos cuenta que cuando falta algo de nuestra madre, podemos observar algunos trastornos y problemas relacionados con la nutrición y la alimentación, como la obesidad, los atracones y la bulimia.
Cuando miramos a nuestro padre, tenemos esta amplitud del mundo; por eso, cuando falta, percibimos que el mundo debe explorarse de otra manera. El acceso a nuestro padre se experimenta de otras maneras, como a través de las adicciones, el alcohol, el tabaco o las drogas.
También podemos decir que, cuando el padre se va, el hijo es incapaz de enfrentarse al mundo. No ha aprendido a afrontar las situaciones que le presenta la vida y necesita "irse de este mundo". Las drogas, el alcohol, el sexo, el juego, etc., son las vías que encuentra para escapar a otra realidad, donde siente alivio al no tener que lidiar con el mundo en el que vive y en el que "no ha aprendido a vivir".
En esta dinámica, un miembro del sistema familiar puede asumir el destino de otro que, por ser dependiente o padecer algún tipo de compulsión, ha sido juzgado, rechazado y excluido por la familia. Al asumir el destino del otro, este repite el comportamiento del miembro excluido, volviéndose adicto o compulsivo.
Si un miembro del sistema familiar fallece trágicamente y no es recordado normalmente por la familia, debido al dolor que este recuerdo causa, otro miembro en la misma resonancia asumirá su destino, diciendo inconscientemente: «Te sigo, en la muerte». Esta persona puede caer en adicciones, especialmente en las drogas, ya que es un camino que probablemente la lleve a la muerte.